Los linderos del Caño El Cristo es un punto crítico del municipio donde la droga y la criminalidad marcan el día a día de sus habitantes. En esta zona, el consumo de sustancias alucinógenas se ha vuelto habitual, y las calles están colmadas de desechos que reflejan la falta de recursos y el abandono institucional. Los jóvenes, muchos de ellos atrapados en el círculo vicioso de la adicción, son presa fácil para las redes de tráfico de drogas que operan abiertamente.
La inseguridad es palpable, y la sensación de desprotección crece entre quienes viven allí. El comercio de objetos robados también se volvió una práctica común, con la venta de bienes hurtados tomando fuerza en los mercados informales.
La vida cotidiana se mezcla entre la desesperanza y la lucha por sobrevivir en un entorno hostil, donde los habitantes son testigos y, a veces, víctimas de la creciente violencia. Las autoridades locales, aunque conscientes de la situación, no han logrado implementar soluciones efectivas para transformar esta realidad. Así, los linderos del Caño El Cristo siguen siendo un reflejo de los problemas sociales más profundos, enfrentando una realidad marcada por la marginalidad, el consumo de drogas y la impunidad.